A veces nos empeñamos en hablar del coworking, de sus ventajas y sus beneficios como modo de trabajar,… Pero ¿sabemos  lo que no es coworking? Empezamos por el principio: lo que no es coworking es un simple espacio compartido. No es un lugar donde existen diferentes oficinas donde cada persona va, realiza su trabajo y se va sin que haya un contacto con el resto de personas. Coworking no es el compartir espacio para compartir gastos. Ni tampoco es un club o cafetería donde pueda acudir cualquiera. Y tampoco es simplemente el espacio físico donde se encuentra sitio. En realidad el coworking es todo esto entremezclado con un fin claro: crear comunidad profesional.

Coworking no es tener un espacio compartido de trabajo y ya.

Para que haya coworking tiene que haber un trabajo común, colaborativo, una aportación bidireccional, un crecer común y un planteamiento de proyectos que vayan aumentando a medida que aumentan las colaboraciones y los profesionales que conforman el espacio de coworking.

El compartir gasto es una de las partes que más se asocia con el coworking, pero no es sólo eso. Al buscar un espacio de coworking donde desarrollar tu actividad profesional no tienes que moverte sólo por el ahorro económico, tiene que ir más allá, relacionado con la implicación, con el hecho de participar del espacio y de los profesionales que habitan en él. Al hilo de ésto, tampoco es un espacio donde juntarme con mis amigos. El alma de un espacio de coworking tiene que ver con el crear productos, servicios, ofrecer algo para cubrir necesidades, y hacerlo desde el punto de vista más profesional posible. El espacio de coworking está abierto a todos aquellos freelances que quieran crecer y crear en un espacio colaborativo. Un espacio de coworking no es simplemente un lugar, es la comunidad que lo configura, las personas que constituyen esa constelación de profesionales que comparten espacio con un fin: crear colaboraciones y redes que generen nuevos proyectos.

Esto es coworking.